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Advertencia: Post cursi por el nuevo año de vida.

He vivido 365 días desde los 30, esa cifra que a veces impone, que te marca. ¿Qué has hecho? ¿Qué falta por hacer? Mucho, mucho. A veces me doy más duro de lo que debería, me afano, pero ya empecé el camino, ese camino de solucionar aquellos pendientes que tenía con mi niña interior, la que quería viajar por todo el mundo, actuar, escribir, y vivir (también quería cantar, pero a la gente no le gusta mucho como se escucha).
Hace 365 inicié mi cumpleaños viajando, con la esperanza de que fuera un inicio de vida, y creo que es el año que más he caminado, que más he conocido, un año en el que he aprendido mucho de mí y de la vida.

Ahora que las cordilleras de sudamérica han sido mi casa, y que mis zapatos se van rompiendo, que mi casa más segura es mi mochila (Wasi), tengo la oportunidad de extrañar y con ello entender cuánto amo a mi familia... si pudiera pedir un deseo hoy, estarían metidos en un avión vía al Alto. Y es que he entendido que por más de que uno camine, sus raíces tienen un lugar en la tierra, y ese lugar siempre será añorado y recordado con nostalgia.
Pero, permítanme a modo de cuento, decirles que este año ha sido también muy difícil porque he puesto los pies totalmente fuera de la zona de confort, por voluntad propia, y por voluntad de la vida misma que va escogiendo caminos (pero nunca al azar).
Pero no me puedo quejar, aunque después de renunciar a la oficina y la rutina de tráfico, las cosas se pusieron duras y los ahorros se iban haciendo espuma, aprendí a tomar la vida con tranquilidad, de disfrutar de los amaneceres y de los atardeceres, a darle una espera a la prisa. Este año también me preocupé porque vi la posibilidad de que los planes de viaje se vieran frustrados, pero llegó el mejor trabajo que podía venir, y después de insistir pude trabajar desde cualquier parte del mundo. Entonces los sueños se reavivaron, solo después de dar el paso al vacío. He tenido (y tengo) tantos y tantos miedos, que superarlos me hace un poquito más fuerte cada vez, más valiente y me enseña.
Conocer La Guajira y caminarla despacito, ir a Ciudad Perdida, ir al lugar donde Gabito nació, tener un reencuentro familiar, vivir aventuras con mis hermosas sobrinas (la razón por la que entiendo lo que significa la palabra milagro), recorrer Santander, enseñarle a mi gatita a viajar, programar un viaje con mamá, reencontrarme con amigos, comer en familia, trabajar por mi proyecto de fotografía (Máquina de Memorias), iniciar el viaje más largo de la vida (que lleva taaantos sueños que si me pongo a enumerarlos no termino).

Y pensé que hasta ahí irían mis metas, pero la vida siguió poniendo extras, y me permitió hacer un viaje a solas con mi hermana, me envió el cariño de un amigo de Hawaii convertido en Ukelele, me dio la oportunidad de ser la primera fotógrafa de Emily aún en la barriguita de mamá, permitió que mi papá se mejorara muy bien de una importante cirugía, me dio un curso de crónica que ha ayudado al blog, y me llevó a tener grandes lecciones de vida, a comprender más aquello que no conocía (a nivel literario y personal).
Y este viaje, que fue pensado en solitario y luego se me dio el mejor compañero de ruta, este viaje que me ha permitido ver con mis propios ojos aquellos paisajes que ni siquiera podía imaginar, me regaló amigos que se han clavado en el alma, y me enseñó a extrañar y apreciar aquello que me parecía tan natural cuando tenía una costumbre, cuando todo estaba al alcance de la mano (el desayuno apurado de mamá, la camita propia, el calor de Haruki en los pies, el timbre de mis sobrinas cada 10 minutos, las llamadas de papá para que le arregle el celular, la ducha caliente cada día, un armario lleno de ropa, una ciudad conocida, la biblioteca al alcance de la mano, los amigos a la distancia de un bus...), y no es que diga que la vida de ahora no me gusta, es tan diferente, tan emocionante, que me hace reconocer aquello que antes daba por sentado.
Gracias por hacer parte de este año de vida, y por tener paciencia cuando hago los post demasiado personales. Gracias por acompañarme en la aventuras y por participar de ellas. Se viene un nuevo año de nuevas aventuras, de vida, de sueños, de trabajo duro, de nuevos libros... Dios y el universo me dan un nuevo año de vida, y espero que esté lleno de sonrisas, viajes y de letras.




































30 años después... ya se sabe que he tenido mucha suerte




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