martes, 26 de julio de 2016

Rapidito: ¿Cómo ir a Punta Gallinas con bajo presupuesto?

Punta Gallinas es uno de esos sitios codiciados y deseados en la Guajira, es el punto más norte de
nuestro país y del sur de América, pero ir en tour suele ser demasiado costoso e ir solo es muy arriesgado (imposible, diría yo). Mi opción, y como encontré más económico el viaje fue yendo desde Riohacha. Permítanme darles consejos rápidos con TODO lo que necesitas saber para llegar a Punta Gallinas.

¿Cómo llegar?

Hay dos opciones.
La primera (y si ya está de paseo por la Guajira), es ir hasta el Cabo. El tour de dos días se puede adquirir con la ranchería donde se esté quedando y cuesta entre 120 mil y 180 mil, dependiendo de la disponibilidad y el terreno. En general el precio actual está en 150 mil pesos.

La segunda, la que tomé, fue llegar a Riohacha. Ahora, los pasajes en avión a Riohacha usualmente no son muy económicos (por eso y porque pretendía después ir a Ciudad Perdida, llegué por Santa Marta). Desde Santa Marta el pasaje cuesta $15000 cuando se negocia, y tarda aproximadamente 4 horas. En Riohacha recomiendo plenamente el Hostal Bona Vida donde pueden usar la cocina si la necesitan, pueden optar por cuartos independientes y es un lugar muy bonito. La noche cuesta $30000  a $35000 y puede que cambie el precio en temporada alta. Una de las ventajas de este hostal es que queda a 2 cuadras de la playa, y muy cerca de las zonas de comida.

Ya nos habían recomendado a un señor que nos podía llevar (llamado Miquel y que parece que es muy conocido, pero que es mejor contratarlo desde el Cabo porque a nosotros no nos devolvió la llamada). Nuestro contacto fue Rayner, quien amablemente nos ofreció contratar a uno de sus amigos para que nos acercara de Riohacha hasta un cruce que lleva a el Cabo (un detallazo).

Rayner 3107292924
Miquel 3116784778 (Desde el Cabo, preferiblemente... no lo puedo recomendar)


¿Qué incluye y qué no?

Los 150 mil pesos incluyen el transporte hasta Punta Gallinas (a la ranchería Alexandra si es con Rayner), lo que incluye la camioneta y después un breve recorrido en lancha.
Incluye los toures al Faro, las Dunas y el Mirador. (Después de que uno ve el esfuerzo para llegar hasta estos lugares y que los conductores tienen que tener un GPS interno muy poderoso, se entiende por qué el precio, que puede parecer alto).


No incluye la comida ni lo que se consuma en la ranchería, no incluye la hamaca (que cuesta 15 mil, o el chinchorro a 20 mil). Tampoco incluye otros toures adicionales que ofrecen en la ranchería, como el de ir a observar flamencos.
Los desayunos siempre están alrededor de los 8000 y son huevo y arepa, y los almuerzos por el orden de los 15000.

¿Qué llevar?

  • Dulces y agua de sobra: No seas mala onda y lleva bastantico de esto que hay niños que lo necesitan, por allá no les llega mucho. Avísenle al conductor que llevan estas cosas para que se detenga entregarlas.
  • Repelente: Aunque es raro ver mosquitos por el viento, en algunas partes sí los hay. Sobre todo de noche.
  • Bloqueador: Y un sombrero o cachucha, gafas de sol. 
  • Cobija: Yo siempre cargo una chiquita, aunque dan provisiones, es mejor tener una (o al menos pedir una extra si se necesita)
  • Ropa cómoda: Hace mucho calor, y por la noche algo de frío, para que escojan qué llevar.
  • Linterna: Una pequeñita y solo por si acaso.
  • Dinero en efectivo: Recuerden que estas zonas no tienen datáfonos.
  • Cámara: No se pueden perder los paisajes.
  • Vestido de baño: En las dunas habrá mucho tiempo para chapuzones. 
  • Gafas o snorkeling: Muy útil para ver peces.

¿Qué esperar?

  • Paisajes impresionantes.
  • Poca variedad de comida.
  • Mucho calor.
  • Largos recorridos en carro (camioneta y camión del tour)
  • Chirrinchi a bajos precios.
  • Mucho pescado.
  • Personas amables.
  • Muchos wayuus con ojos encantadores.
  • Gente nueva para conocer. 
  • Mucha gente hablan wayunaiki.
  • Desierto.
  • Sal.

Itinerario

El primer día se llega en la mañana temprano. Después
de un breve tiempo para desayunar (si así se desea), comienza el tour (en un camión viejito) por los 3 lugares más representativos de Punta Gallinas: El Faro, el Mirador y las Dunas. En cada parada hay de 10 a 15 minutos para tomar fotos, meditar, observar. En la Dunas hay hora y media para bañarse en el mar.
Después se vuelve para el almuerzo (recomiendo el pescado frito sobre el apanado), y luego, si se quiere, se puede optar por lo toures adicionales en lancha. Si no (como nosotros), se puede ir hacia Punta Agujas, una playa a 25 minutos caminando (en la que no es tan recomendable
meterse porque hay muchas medusas).

En la noche hay el mismo menú que en el almuerzo y luego sueño hasta el otro día. A eso de las 8 de la mañana llegan las camionetas para recogernos y dejar gente nueva.

Si les parece útil la información, por favor compartan. Si tienen dudas adicionales, por favor no duden en preguntar en los comentarios.


domingo, 24 de julio de 2016

¿Por qué viajo? Empieza la aventura

Hace un par de años viajé con mi mamá a Europa. Estando en Barcelona me desperté, la habitación estaba completamente oscura y no podía ver nada. Tuve que recordarlo todo: la partida de Colombia, la llegada a Madrid, la perdida en el tren de Barcelona. No era un sueño, estaba en la ciudad hermosa de Barcelona.
Salí a la ventana y vi las calles, la arquitectura, sentí el aire de una ciudad que estaba abierta para que la conociera. Emoción. Vida, caminar un nuevo camino era mi vida. Ahí descubrí qué es sentirse vivo (fui consciente de ello).
Lo confieso, viajar no es el más cómodo de los
caminos. Te saca de absolutamente todas las zonas de confort, desde la cama en la que estás acostumbrado a dormir, hasta el idioma, las personas. Pero... me hace sentir viva ¿no es la responsabilidad de cada uno encontrar ese algo que nos hace sentir vivos? Ese algo que le da sentido a la vida.
No digo que todo el mundo tenga la misma perspectiva, muchos tienen la misma sensación en el mismo lugar, y es que en eso está la maravilla humana, en ser diferentes. Por eso viajo, para conocer esas diferencias, y tener la oportunidad de integrarlas a mi vida.
Hoy inicio un maravilloso viaje sin fecha de vuelta, y, lo confieso, escribo el post llena de temor (ese tipo de miedo que emociona y preocupa al tiempo). Dejo las cosas que más amo: mi mamá, mis sobrinitas, mi hermana, mi papá, mis amigos, mi gata, mis libros... y por ahí hay una lista infinita, pero este es el camino que quiero recorrer, y ya tengo amarrados los zapatos.
Mi familia me dio todas las alas para volar, y aunque sé que se preocupa y se pone triste cuando me alejo, también me apoya en los proyectos más locos. Han sido espectadores y actores en cada uno de los momentos más importantes de mi vida y lo siguen siendo (disculpen si hoy alterno las foticos del post con las de mi melancolía)
Y aunque sé que el camino comenzó hace mucho (cuando mi mamá me dijo que tenía que ahorrar en todo, menos en viajes y comida), quiero compartirles cómo comenzó este viaje en particular.
El recorrido por América del Sur, para nosotros, debía comenzar en la Guajira, en el punto más norte.
Punta Gallinas. En diciembre del año pasado hicimos el viaje pero no llegamos hasta la punta porque en Cabo de la Vela no hay cajeros (ténganlo en cuenta), y no llevamos el suficiente efectivo, pero quedamos picados de ir. Así que cuando el viaje a Ciudad Perdida se programó, no podíamos hacer otra cosa que usar los 3 días sobrantes de la semana en llegar al punto más norte, pero... ¿lo lograríamos en tan poco tiempo?
El mismo día que aterrizamos en Santa Marta, los amables agentes de Magic Tour nos recogieron en el aeropuerto y nos llevaron a Mamatoco para tomar un bus a Riohacha (15000 negociado). Nos dieron los teléfonos de algunas personas que podrían ayudarnos con el tour a Punta Gallinas, pero casi todos ellos pedían que estuviéramos en el Cabo.
Llegamos a las 3 de la tarde a Riohacha y almorzamos en cualquier pollería (con esos mini bollitos de maíz que a mí me encantan).
Caminamos hasta llegar a uno de los más bonitos
hostales que haya visto: "Bona Vida", con una pareja hermosa a la cabeza. Fueron ellos quienes nos ayudaron a encontrar el contacto que nos llevara hasta San Martín (camino al Cabo) y luego comenzar la increíble marcha hacia el punto más norte de Colombia.
Un promedio de 4 horas se tarda el camino, aunque esto depende del estado de las vías (como sabrán es un desierto y cuando llueve puede llegar a ser desastroso).
Tuvimos la suerte de que el sol había secado los caminos y nos fuimos en una camioneta, acompañados por otra pareja.
Nuestro chofer, un experimentado muchacho de 23 años, manejaba de admirable manera y nos conducía por esos caminos desérticos donde parece que no hay ningún camino establecido (yo creo que es imposible ir en carro propio sin perderse).
De vez en cuando recibíamos retenes por parte de los niños Wayuu, quienes, como ya había leído, piden como "peaje" dulces. Esta vez fue un poco más triste el panorama, porque,
aunque todos ellos recibían con emoción los caramelos, muchos de ellos también pedían agua (sí, esa misma que a la mayoría de nosotros nos sale como por arte de magia al abrir el grifo).
Infortunadamente llevábamos poca agua, pero dimos cuanto pudimos. El camino es un espectáculo de colores, la tierra cortada en el piso por la resequedad (y yo pensaba que era durísima, pero resulta blandita y los carros se hunden fácil en ella), el mar azul y en la mitad la sal seca, el cielo celeste.
Y sí, el camino es caluroso, y si uno va en un carro sin aire acondicionado, peor, pero creo que el paisaje distrae.
Hay un punto al que llega la camioneta y no continúa, porque se alargaría una hora o más. El camino sigue en bote por un par de minutos más, hasta llegar a tierra firme, y a un par de minutos caminando, se llega a la Ranchería Alexandra (es la segunda más conocida de la región, y del lugar donde uno llegue depende de con quién haya contratado el viaje). El tour que se paga no incluye ni la comida ni la estadía en la Ranchería, pero no resulta muy costosa, las hamacas se encuentran desde $15000 y los chinchorros $20000.
En la ranchería la atención parecía indiferente (puede parecer al principio porque todos andan muy ocupados), pero después, hablar con todos resulta hermoso.
Quien atendía tenía un chiquito de tres años que jugaba de lado a lado, Dadiyan,  a quien de inmediato le ofrecí también una colombina (y si se preguntan que si
el nombre significa algo en Wayuu, tal como yo hice, el nombre viene de Daddy Yankee.
El desayuno de la ranchería no es muy variado (y se comprende por el sitio en el que estamos), huevo y arepa, y hay algunas cosas que se pueden comprar, pero si se quiere variedad, es mejor llevarlos.
Después del desayuno nos llevaron a hacer el tour por los 3 sitios más representativos de Punta Gallinas. Nos llevaron en un mini camión viejito en la parte de atrás, con 4 colombianos que viven en Estados Unidos, la pareja de Colombiana-Francés, 3 francesas. El conductor del carro resultó ser un señor bravo que nos daba órdenes, y aunque parecía malgeniado, todos andábamos encantados con él.
La primera parada fue en el Faro, un lugar completamente plano, con el hermoso mar junto a él. Algunas formaciones de piedra apiladas, en su mayoría por los turistas, algunos dicen que a modo de meditación, otros para que un deseo sea concedido.
De nuevo nos subimos al camioncito, observando de camino lagartijas de color verde y azul intenso, con el deseo de ver (obviamente de lejos) una serpiente de la región, viendo los arbustos que se van quedando por el camino (que no son amigables como se ven, porque están compuestos de pequeñas púas.

El tour también incluía una parada (de diez minutos) en el mirador, y otra en las Dunas (donde si tuvimos más de una hora para bañarnos en un mar espectacular)... pero no nos adelantemos, la próxima semana pongo las fotos del lugar y un rapidito para dejar en detalle cómo se viaja a Punta Gallinas.
Mientras tanto, déjenme decirles que es en estos lugares donde el tiempo se congela, donde considero que empezó este viaje por sudamérica, el punto más norte de mi país, una zona a veces ignorada, pero que todo colombiano debería visitar al menos una vez en su vida. ¡Es el desierto junto al mar!

jueves, 14 de julio de 2016

Una pesadilla personal sobre acoso y machismo

Este es el primer post triste que voy a escribir. Sé que se sale un poco del tema, pero me parece injusto que mi silencio sirva de cómplice a una de las peores personas que he conocido.
Imagen de http://juanjozadel.blogspot.com.co/2014/01/kintsugi.html
Hoy, que en Colombia están tratando de declarar inimputable al agresor de Natalia Ponce, siento que debo hablar.
Permítanme contarles algo muy personal y que también espero sirva a las mujeres que viven situaciones similares.
Hace un par de años me divorcié, y en el momento más vulnerable de mi vida, un viejo "amigo" de la juventud me buscó. Me dijo que yo le gustaba y le dije que no sentía lo mismo. Comenzamos una amistad de un corte muy intelectual. Me dijo que yo era como un "kitsugi", una vasija rota que sería reparada con oro. Hoy, después de mucho tiempo, me di cuenta de que no es del tipo de hombre que ayuda a reparar vasijas, sino a romperlas.
Salimos y lo intenté. Ingenuidad al pensar que un hombre tan solitario debía ser bueno en su interior, un incomprendido. Siempre lo consideré un hombre bueno, pero lo que no se siente, no se siente. Cuando me sentí ahogada e intimidada, le pedí espacio y ahí las cosas se recrudecieron. Esto que les cuento sucedió hace más de un año y medio, pero ahí comenzó todo el acoso.
Supe por ese hilo infinito de amigos, que el hombre me difamaba, que se refería a mí en términos despectivos. Hablaba de mí y yo lo dejé pasar. Mi reputación es la que intenta destruir, pero la única que yo necesito es la que está a cargo de mis amigos y familiares, los que saben quién soy y me respetan.
Pero quiero hablar un poco del tipo de acoso que está usando en mi contra. Que soy "puta", que lo engañé acostándome con otros hombres mientras tenía una relación con él, que tengo orgías, que soy bisexual, lesbiana y el resto de cosas relacionadas con el sexo (como que tener mucho sexo incentiva los viajes)... Un tipo que se las tira de "open mind" usa estos adjetivos de manera ofensiva... Esta es una violencia muy conocida y muy usada en un país machista como el nuestro. Esta es la triste manera de denigrar y "dañar" el nombre de una mujer, con características que serían admiradas en un hombre. Pretender que sabe de mi intimidad para darse importancia, para lucir como una víctima, para causar lástima y admiración por ser el ultrajado y ofendido: el hombre bueno engañado por la terrible mujer libre.
¿Por qué lo hace? Me pregunto todo el tiempo, y recuerdo esa excusa de telenovela "si no es mía que no sea de nadie". Es la venganza de un hombre que no obtuvo lo que deseó, uno que está acostumbrado a que le den lo que quiere, y que no puede estar de acuerdo con que una mujer decida lo que quiere.
Lo preocupante: decidí bloquearlo de todas mis cuentas, no quise saber nada de él, lo ignoré por completo buscando que terminara la pesadilla, pero olvidé twitter. El suyo no lo miré hasta hace unos días, porque hizo un comentario que me llegó por un@ amig@. Entonces me di cuenta de cuántas cosas ha escrito, usando mi nombre y refiriéndose a mí como su "ex". Después de más de año y medio que no hablo con este señor, todavía tengo que seguir aguantando sus ataques. (Quiero que entiendan que no pongo su nombre ni su cuenta porque lo que quiere este tipo de hombre es atención y no quiero hacerle propaganda). Hace menciones a cosas que le conté, cosas personales, o algunas referencias literarias; una especie de amenaza, de hostigamiento producido por un extremista que piensa que sólo él tiene la razón.
Mi silencio, que me pareció sabio desde que empezó esta situación, hoy me pareció cómplice de un hombre que ahora me hace sentir amenazada. ¿Es justo que pierda yo la tranquilidad de salir de mi casa? ¿Que me preocupe mi integridad porque un hombre decide que tengo que hacer su voluntad?
Habla de mí como su ex novia, un término que usa para indicar posesión, porque no hubo una relación (al menos de dos), ni compromiso, ni amor; un término que usa simplemente para hacerme parte de las cosas que puede usar y dañar a su antojo.
Si su excusa es amor, ¿amor? ¿Acaso uno daña a quien ama? Obsesión, ego, y tal vez enfermedad (que en ningún caso justifica el acoso y el tipo de violencia que está proporcionando).
No sé si hablar de esto, si hacerlo público, porque también debe ser lo que una persona del corte de él quiere: atención y sentirse feliz de lograr causar sufrimiento, de recibir atención, pero también siento que si no hablo estoy callándome por todas aquellas mujeres que ahora sufren un acoso similar, que lo ocultan por temor y no pueden disfrutar de la tranquilidad de respirar en paz porque decidieron no hacer la voluntad de un acosador.

jueves, 7 de julio de 2016

Así regresé a la "civilización": Hasta siempre, Ciudad Perdida

La foto que van a ver primero es el techo de la casa del Mamo. Una de las visiones que más se me quedaron en la cabeza.
Los Koguis pueden tener hasta dos esposas si ellas están de acuerdo en que así sea, y cada una tiene su casa. Cuando se van a casar, debe haber un consentimiento mutuo y una guía espiritual. Las mujeres empiezan a tener hijas siendo muy jóvenes, y además de eso, su raza es bastante pequeña y "comeaños", así que es muy difícil predecir la edad de alguno de ellos. Los niños se ven mucho más pequeños que los niños de su edad.
Nos devolvimos muy contentos, aún con las millones de picadas que llevábamos. Ese tiempo congelados escuchando al Mamo, como dice mi compañero, dejamos nuestro sacrificio de sangre, extraído por los zancudos de la región.
Bajar las escaleras y devolvernos por entre el verde, ahora con un sentimiento de paz, se hizo más placentero. Cruzamos el río de vuelta (esta vez me golpeé con una piedra y casi me caigo, afortunadamente fue un casi porque llevaba la cámara conmigo) y nos fuimos hablando con Marrón y Marian. Llegamos a almorzar de afán, el camino seguía. Y fue ahí donde me acordé de mi dedo, que ya se encontraba en malas condiciones. Pero la idea era continuar, y eso hicimos, después de recoger nuestras cosas colgadas (fue tal vez el único día con un clima que nos permitió secar algo de lo que llevábamos empapado). Empecé a cojear en este camino.
El camino de bajada al siguiente campamento fue muy duro por el barro, pero continuamos despacio, disfrutando el paisaje y llegamos con mucha demora al siguiente campamento.
En este campamento ya requerimos de masajes después de la rica comida, y jugamos cartas (aprendí un nuevo juego muy divertido, a propósito y me di cuenta de cuán difícil es entender la explicación de un juego en inglés). Marrón nos reunió para acabar de contarnos de las tradiciones Kogui y de cómo él siguió los rituales necesarios para ser parte de la comunidad, y nos mostró cómo las mujeres hacen las mochilas partiendo de una planta (realizó para nosotros todo el procedimiento hasta llegar a la cuerda).
Un indígena bastante ebrio, al que yo no le ponía más de 17 estuvo todo el tiempo acosándonos (debía tener más de 18 porque tenía un Poporo bastante crecido). A uno y otro pedía cerveza, "a mí gusta cerveza", decía, y revisaba las latas para ver si de casualidad quedaba algún sorbo. Le pedía dinero prestado a Marrón, nos insinuaba que le compráramos una "una sola". Y aunque yo me reía, luego me dio tristeza ver cómo la mezcla de culturas puede traer males a una comunidad.
Después de varias horas del radio con vallenatos y corridas del indígena, de sus conversaciones a
 veces sin sentido, de sus intentos por aprender inglés, Marrón le dio un ultimatúm: "una y te vas", le ofreció tu tan anhelada cerveza, y el juró en su palabra de borracho: "y te vas", y se fue, feliz, se perdió entre la oscuridad y el camino que él muy bien debe conocer.
Nos quedamos los tres, a la luz de una vela, hablando con Marrón después de que los holandeses se fueran a dormir, y entonces, cuando nuestro guía fue a lavarse los dientes nos pidió luz y mucho cuidado. Una de las serpientes más peligrosas de la región estaba rondando el baño. Marrón la mató de inmediato, y de una vez se desataron varias historias en las que las
personas que tenía a cargo habían sufrido accidentes. Hasta ese momento no había comprendido a cabalidad lo que significaba ser guía de un grupo y estar a cargo de la vida de quienes van en la ruta.
Nos despertamos para continuar el último tramo de camino, y yo ya no estaba segura de si podría lograrlo. Entonces nos dijeron que desde el último campamento había la posibilidad de tomar una moto, Marian y yo de inmediato consideramos la opción. Pero luego, en el camino, aún bastante coja del pie pensaba y llegué a la conclusión, había llegado caminando, me iría caminando. Y otra vez decidí seguir el pasito lento pero seguro. En el camino de vuelta encontramos a unos niños indígenas que en el camino anterior nos habían pedido dulces y esta vez les di lo que llevaba. Me pidieron cambiar una toalla por un collar, y quise hacerlo, pero después del trajín me daba vergüenza entregar mi toalla húmeda y sucia, así que solo me despedí con la sonrisa de los niños que me dio energía como para una hora de caminata.
Llegamos a eso de las 10 al campamento, nuestros compañeros ya habían tomado onces y estaban partiendo. Así que descansamos un poco, mandamos las maletas en una moto y continuamos el camino. Marian tomó la moto, así que salieron un poco después de nosotros.
Por un rato largo nos acompañó el otro guía, el guajiro, Bruno. Un hombre hablador, pero creo que nunca antes había sido tan bienvenido. Sus historias, su manera de pensar de actuar, las aventuras que tuvo encarcelado en Miami (donde aprendió inglés, lo que hoy lo pone en muy buena posición como guía), de sus mujeres, de cómo conquistar y engañar mujeres, lejos de enojarme, me hizo reír (me ayudó a comprender que todos tenemos un poco de todo en nuestro interior y que no soy nadie para juzgar).
Yo iba lento, en medio del calor fuerte de la cercanía del medio día. Mi compañero siempre me animó, me esperó con paciencia, tomó la delantera cuando necesitaba un "empujoncito". Y en un momento me senté, además del dedo me dolía el pie y las rodillas. Me senté a descansar y entonces empecé a ponerle nombres a los lugares
que recordaba haber recorrido de vuelta, iba desde puerto desesperación, colina del terror, hasta villa esperanza.
Mi compañero tomó una foto de esa energía de último momento, de esos últimos momentos duros que pasé en el camino, la última resolución que llevó al final.
Llegamos a Machete Pelado con una hora de diferencia de los demás del grupo, y cuando nos vieron llegar aplaudieron. Yo me sentí un poco mal, pero sé que lo hicieron de buena onda. Luego me quite los zapatos y traté de almorzar. Algo algo logré, pero después de caminar no había hambre.
Nos recogió al carro y volvimos a la civilización (obvio, después de parar por heladito en la tienda del principio).
Empezaron a llegar los mensajes acumulados de 4 días. Yo mandé fotos emocionada, ¿podré alguna vez transmitir al menos un poquito de lo mucho que viví? ¿De lo mucho que aprendí y sentí?
Caminamos por la ciudad de Santa Marta, sucios, cansados, buscando un hostal cómodo que recibiera a dos viajeros recién llegados de Ciudad Perdida (es decir, que no nos cortara la magia tan fuerte), y lo encontramos. "La casa del escritor" cayó como anillo al dedo. Un espectáculo de lugar con un cordón rojo que atraviesa de lado a lado el Hostal. Con una noche para recuperarse en este lugar, de seguro no se corta la fantasía tan rápido.