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De cuando perdí a mi mamá en Barcelona

Llevaba años deseando un viaje a Europa. Desde niña había soñado con recorrer aquellos conocidos paisajes que los pintores dejaban en cuadros, que los fotógrafos no se cansaban de fotografiar. Y, como para mí, el primer paso de un viaje es planearlo (incluso si no sé cuándo lo voy a realizar),me puse a hacer cuentas, recorridos, a buscar entre mis deseos los sitios que quería conocer. No sabía aún de dónde vendría el dinero, pero le puse fecha. Nadie sabía.
Un día, con todos los planes listos, me senté en el comedor con mi mamá y se lo dije: Me voy para Europa en tres meses. Yo voy, me dijo. Entonces me dio un terror tremendo. No me imaginaba pasando penurias con mi mamá (porque sí, buena parte del viaje es la aventura que se vive y que a veces no es tan placentera... y yo sé, esas cosas no se ven en las fotos).
Le hice advertencias: yo camino mucho, mi plan es de museos, no descanso, los hoteles son económicos. Y sí, mi principal razón era intentar que ella dijera que mejor no iba. Pero se empeñó. ¿Cómo decirle que no a la mamá? Y sobre todo a una mamá como la mía. Lo que hice... bueno, empecé a cambiar los hoteles (ya no iban a ser hostales baratos ni habitaciones compartidas. Eso mismo significaba que el presupuesto de alimento bajaba para mí... eso no lo sabe ella hasta hoy, y si llega a leer me voy a ganar un regaño).
El resultado del viaje se puede reducir en una cosa: ADMIRACIÓN. Mi mamá caminó 11 horas diarias, durmiendo 5, hablando el idioma de señas para comunicarse (y muchas veces de manera más efectiva que yo), me sostuvo, me consoló, me animó, me habló de mil cosas, admiró el arte que a mí me sorprendía, me tomó las fotos que no me hubiera podido tomar yo. Mi mamá, mi viajera me enseñó lecciones que ni siquiera puedo traducir en palabras. Ahora viajamos más a menudo, porque sé con qué tipo de compañera viajo. Ahora, permítanme contarles nuestras "penurias" europeas.
Hace 2 años viajamos y la primera parada fue Madrid. Queríamos visitar a mi prima y a su hermosa familia. Después de unos días dedicados a dormir para cuadrarnos en horario y conocer un poco la ciudad, alistamos las maletas de mano (íbamos viajando en línea económica por toda Europa) y nos preparamos para salir en tren hacia Barcelona.
Mi mamá, que ha visto desde hace 30 años el desorden total de mi cuarto "creativo" no podía creer el orden en el que registraba en una carpeta los mapas, hoteles, reservas, boletos y demás. Íbamos y llegamos demasiado encima de la hora a la estación de trenes. Corrimos por la fila, los pasillos, nos detuvimos en la máquina de escaneo donde tuvimos que dejar las maletas, el bolso de mi mamá y la cámara. Tomé todo de prisa (mi mamá tiene un brazo con el que no puede hacer fuerza, por lo que decidí cargarme todo yo), le tomé una foto a mamá y nos subimos al tren 5 minutos antes de su cierre. Nos acomodamos y entonces, viendo nuestras pertenencias le pregunté a mi mamá si había cogido la cámara del scan. No. Así que salí corriendo con los boletos en la mano y le dije: No te muevas de acá, má.
Fui por la cámara corriendo muy rápido, pero tuve que ir a un segundo piso, pedir permiso, esquivar gente y entonces volví a la plataforma del tren. El tren ya no estaba. Mi mamá tampoco. Había perdido a mi mamá en Europa.
¿Qué hacer? ¿Llamar a mi prima? Me revisé los bolsillos. No tenía su número. No tenía nada. Ni un euro, ni mi celular, ni mi carpeta, ni mi pasaporte. Me desesperé. Un señor pasaba y le dije: Perdí a mi mamá. El hombre me indicó dónde quedaba atención al cliente, y nerviosa, temblando, preocupada por el terror que estaría pasando mi mamá, se me hizo eterno el tiempo que tuve que esperar hasta que me llamó. Le expliqué mi problema. Ella, muy amable me dijo que lo único que podía hacer era comprar un nuevo boleto para el siguiente tren. ¡Pero no tengo dinero! ¡Ni el número de nadie! Ella me dijo que llamara a mi país, que me ayudaría con la llamada, pero, ¿quién me iba a contestar a las 2 de la mañana para comprarme un pasaje?
No me prometió nada, pero me llevaría con el "capitán del tren" que llegaría en una hora. ¡La hora más eterna de mi vida! Y mientras, le rogué, ¿puede hablar con los del tren para decirles que yo tengo el boleto de mi mamá? ¿Puede alguien decirle que yo estoy bien y que me espere en Barcelona, que yo la voy a buscar y a encontrar? Me prometió que lo haría (aunque mi mamá me dijo que nunca le dijeron nada, pero tampoco le pidieron boleto... yo creo la verdad que se durmió).
El capitán, un tipo muy estirado me dijo que no había nada que hacer,que ni siquiera tenía cupo en el tren. Yo le rogué, le pagaría en Barcelona. Y al final se ablandó. Hay una puerta que da a la cafetería, nos vemos ahí, y me permitió pasar la puerta donde piden los boletos. Me estaba colando en su tren el muy ángel. La mujer de atención al cliente me sonrió y yo la abracé (qué fastidiosamente cariñosos que somos los de "sangre caliente").
Me escondí en un rincón de la cocina (no sabía qué tan clandestina había sido la colada en el tren). Los meseros me miraban intrigados, yo hacía como que revisaba la cámara, pero en realidad me estaba muriendo de terror.
¡Pues mira que extraño!, escuché. ¿Nadie ha visto a una niña que perdió a su mamá? En ese momento salí de mi "escondite", él me preguntó qué hacía ahí, y bueno, no le pude contestar. Me llevó a una silla de algún pasajero al que también lo dejó el tren (gracias, donde quiera que estés... a veces uno no sabe a quién beneficia cuando "pierde" algo). Una monja argentina estaba sentada ahí, y me preguntó qué me había sucedido (así de nerviosa me veía). Le conté la historia y de vez en cuando se me escapaba una lágrima, estaba aterrada por mi mamá. Ella me dijo que estaría bien, que no me preocupara, y me dio de comer, hasta quería darme dinero (les digo que uno se encuentra ángeles por el camino).
Después de casi 3 horas de camino, me bajé del tren acompañada de la monja y la tripulación del tren. En un ascensor oficial tuve que despedirme de la monja, y nos abrazamos. El capitán me llevó a una sala donde encontré a mi mamá, con una expresión muy tranquila pelando una naranja.
La abracé y otra vez a llorar como china chiquita. ¿Pero qué pasó?, me dijo mi mamá como si no hubiera pasado nada. Yo sabía que usted tenía que llegar aquí, pues aquí la esperé. Miré mi celular, ya se había conectado a la red WIFI, y había enviado mensajes a todo el mundo en mi whatsapp (eso ella, en ese momento, no sabía cómo hacerlo), diciéndoles que estaba bien y que me estaba esperando.
Mi mamá, mi ejemplo, mi aventurera, me ha dicho siempre que no hay que desesperarse, que así se manejan mejor las cosas. Mi mamá, mi guerrera, mi ejemplo, en ese viaje me enseñó a no perder la esperanza.
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5 comentarios:

  1. Tienes una súper mamá,sentí pánico por tu terror, lo importante es la experiencia y el buen final. Saludos a tú mamá!

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  2. Tienes una súper mamá,sentí pánico por tu terror, lo importante es la experiencia y el buen final. Saludos a tú mamá!

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  3. Que susto. Pero es verdad lo de los ángeles

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  4. Que historia LiZzz!!!! La experiencia de los padres no tiene comparación... Siempre siempre debemos estar abiertos a aprender de ellos, porque no han pasado por esta tierra en vano

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