de Kona. Por otro lado, aprendí a respetar el agua, desde la ayuda refrescante, el olor y sabor salado que se quedaba impregnado en mi piel, hasta la fuerza impresionante de las olas. Pero lo más importante de esta isla, es que no era solo playa, Hawaii tiene los paisajes más diversos y raros, hasta contradictorios. Dos de sus montañas, Mauna Kea y Mauna Loa, están cubiertas de nieve casi todo el tiempo, tienen tormentas fuertes y muchas veces las cierran, la voz aburrida que cuenta el estado de los volcanes también avisa si las carreteras están cerradas.
De las tres veces que visité el lugar, solo en una
maravilloso saber que somos piezas diminutas del universo, pero sin embargo somos tan grandes y complejos (ya sé,ya empecé con reflexiones... sigo).
olvide, si alguno va, lleve chocolate o cocoa en polvo, en el centro hay agua caliente y vasos para prepararlos, además de palitos chinos para los que suban pastas o alguno de esos productos orientales tan prácticos. Ese me parece un detalle bonito del centro. También ahí se puede comprar comida, pero es más bien caro. SI no llevan sacos suficientes por 30 o 40 dólares se pueden llevar uno.
La segunda vez que subí fue más temprano, el calor llegó hasta el centro de visitantes. Esta vez el telescopio era solo uno apuntando al sol, mostrando las explosiones solares, pequeños volcanes explotando en la superficie el astro gigantesco ¡entre más conozco se me hace el
universo más maravilloso! Mis constelaciones favoritas contaban la historia de Teseo, Orión orgullosos de sus presas, Castor y Polux brillaban, resplandecían.
A medida de que uno va subiendo la montaña se da cuenta que deja las nubes abajo, las nubes se van quedando por el camino. Me emociona saber que es lo que sienten las águilas cuando vuelan muy alto, esto y la visión hermosa de las montañas de un café intenso, parecen hechas de brownie que ha sido derramado con helado de vainilla. Aquí conocí la nieve, sí, en Hawaii, ¿irónico?
Ya mucha de la nieve se había convertido en hielo, por lo que estaba muy resbaloso el piso, pero nada de esto me evito observar con tanta emoción el paisaje. Para que
se den una idea del frío que estaba haciendo, tomé de fondo a ese señor que pensé que se iba a desmayar. Mis acompañantes se metieron en el carro mientras yo andaba como niña chiquita emocionada con el espectáculo que es conocer el mundo.
Mi abuelita tenía siempre problemas de frío (me decía que a los viejos les da mucho frío y yo siempre temblaba de relacionarlo con la muerte... ese es otro tema, como para cuento), y yo le envidié por años su gorrito, ahora lo tengo yo; ese día hermoso me acompañó, entendí por qué le gustaba tanto.
pública, me da miedo casi todo, pero la emoción más grande de la vida es retar el miedo, romperlo. Me acomodé montaña abajo y me tiré con la tabla. Vi una piedra e intenté esquivarla, lo logré, solo que se desbalanceó la tabla y rodé un par de metros. No me dolió, pudo haber sido la emoción porque al otro día tenía un morado bastante diciente; el pantalón sí se rompió (y estoy orgullosa del recuerdo, es mi jean favorito).

Desde muy niña mi mamá me enseñó que las cosas materiales se reponen, pero yo sentía un vacío inmenso por perder el recuerdo de mi abuela. Y es que no son los objetos, es lo que significan. James y María, con quienes viajaba, se ofrecieron a volver, pero con el viento que hacía, si se había caído iría muy lejos. Me quedé mirando afuera, imaginando en manos de quién terminaría, y solo pedí que lo tuviera alguien que lo apreciara, que no lo tiraran. Entonces, en la chaqueta en la que busqué mil veces estaba muy a la vista. Lo tengo puesto mientras escribo el post.
Supongo que hay legados que deciden quedarse con uno en físico.
Les dejo el mapita de siempre, Mauna Kea es la hermosa montaña a la derecha con los punticos blancos en la punta.
Para que no digas que soy solo flores, y bien sabes que no es así, decidí aguzar el sentido crítico y darte palo. Pero la tarea no fue fácil y a decir verdad dudo ahora que sea una crítica objetiva, pues por más que busqué poco encontré que no estuviera apegado a mi gusto personal.
ResponderEliminarSiempre he tenido problemas con el "de que" pues me parece que foneticamente es horrible, es lo más parecido a ser expulsado del texto literario al pasillo de un ruinoso cebollero. Mas creo, pues no me tomé la molestia de estudiar las reglas gramaticales, que el uso en el texto es correcto.
Como ves y en lugar del prometido palo terminé fustigandote con una racimo de flores, cuyas corolas yacen ahora esparcidas sobre ti.
Buen trabajo escrito, aunque para mi gusto demasiado personal (la espina del tallo).
Gracias, Alejo. Hasta donde sé la gramática va bien en este caso, pero tienes razón, el de que lo lleva a uno a un coloquialismo que escrito a veces no parece decente. Gracias por leer, y debo confesar que tengo esta maña de hacer todo demasiado personal, al menos con el blog, me has puesto a pensar qué tan bueno o no es, gracias por tercera vez y un abrazo.
EliminarMe encantan las fotos de este post.
ResponderEliminarPobre señor, de verdad que no estaba preparado para el clima, apenas lleva un saquito.
Carolita, me entró la nostagia jejeje... Gracias por leer y recordar
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